miércoles, 7 de marzo de 2012

¡Al ladrón!, ¡al ladrón!!!

Había decidido pasarlo por alto, hacer como que no lo había leído ni escuchado. Pero cuando los disparates llegan uno detrás de otro, lo siento. No me pude reprimir. Reconozco que me siento robado y con el deseo de asomarme a la ventana de mi casa y proferir a voz en grito: ¡Al ladrón! Hasta que le caiga la cara de vergüenza.
La cosa viene a raíz de una propuesta del Bloque Nacionalista Galego de hace ya unos meses que proponía que la colección de Plástica Gallega de la antigua Caixanova fuese al Gaiás, eso que denominan la Ciudad de la Cultura de Santiago y que no es otra cosa que el faraónico Valle de los Reyes pero a la gallega, es decir, con ajada.
Es posible que en el BNG se hayan olvidado de que la Caja de Ahorros Municipal de Vigo y Monte de Piedad, era una entidad propiedad de los vigueses que luego se fue expandiendo  hasta abarcar todas las cajas del sur de Galicia. En un sentido estricto, la obra social de Caixanova es propiedad de los habitantes de las provincias de Ourense y Pontevedra y fue adquirida con los beneficios obtenidos con el dinero de los impositores y las remesas de los emigrantes de estas dos provincias básicamente. Así pues, la colección de Arte de Caixanova, la mejor colección privada de la plástica gallega, debe quedarse en la ciudad en la que está, que es la suya y que puede así presumir de una caja de ahorros que invirtió en cultura, comprando obras a los artistas gallegos en vez de hacer la mamarrachada de gastarse 471 millones de euros en una obra que solo beneficia a un arquitecto megalómano.
Se da la casualidad de que la colección de artistas gallegos que tiene en su patrimonio el Concello de Vigo es la más importante de cuantas existen y conjuntamente, una y otra constituyen un patrimonio artístico nacional sin parangón.
Querer llevársela de Vigo solo merece un calificativo: un expolio, un robo. ¿No saben qué hacer con la “ciudad de la cultura”? Que hagan apartamentos para los estudiantes. Será lo más cerca de la cultura que pueda estar semejante disparate, más propio de una república bananera que de una comunidad que debe esforzarse por canalizar cada euro de su presupuesto en mejorar la calidad de vida de sus habitantes y generar riqueza y empleo.

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