miércoles, 13 de junio de 2012

Cosas mejores que hacer con cien mil millones que rescatar los bancos

La fábrica de la moneda de Merkel, que es ese maquinillo al que llaman Banco Central Europeo y que sirve para imprimir euros está entintando las rotativas para lanzar cien mil millones que le prestará a España para que arregle los desaguisados de los bancos. No sabemos cuánto nos van a costar, ni si serán en papeles de 50, 100, 200 ó 500 euros, o la Merkel nos dará un surtido como cuando se trata de bombones belgas. Guindos está muy contento porque sus socios, que es como les llama aquí a sus jefes, le van a prestar ese dinero para pagar los pufos que sus amigos dejaron en algunas cajas de ahorro y bancos cuando estuvieron al frente de ellos. Rajoy, en cambio, está disgustado, porque él esperaba ser otro presidente. Tuvo que poner la cara cuando el Prestige llenó de chapapote toda Galicia, tuvo que aguantar el tipo cuando Aznar nos metió en la guerra de Iraq y ahora tiene que ir pidiendo árnica por Europa adelante para lavar la imagen de un país en el que hasta el presidente del Consejo General del Poder Judicial es un falsario manirroto a costa del erario público.
Llevar al hombre a la Luna salió más barato que el rescate bancario y dio  miles de millones de beneficio. (NASA)
¿Y nosotros? ¿Estamos contentos? Si fuese rentista estaría contentísimo porque podría conseguir intereses del 6,7 por ciento comprando bonos del tesoro a diez años. Pero ese privilegio le quedará a los bancos, que van a recibir cien mil millones al cuatro por ciento y los van a poder colocar al 6,7 (así que ya os podéis ir olvidando de que fluya el crédito para la pequeña y la mediana empresa).
¿Contentos? Nada en absoluto. Si alguien va a tener que pagar ese rescate vamos a ser nosotros y, en verdad, puestos a disponer de tal cantidad de dinero, a mí se me ocurrirían cosas mejores en que gastarla. Cien mil millones de euros. Con ese dinero y lo que llevan ya recibidos los bancos y cajas de ahorro ya deben ir cerca de 130.000 millones de euros. Si hay un adjetivo que puede calificar esa cifra es “Astronómica”. 130.000 millones de euros costó el programa espacial que se desarrolló en Estados Unidos durante toda la década de 1960 y llevó, al final de la misma, a un hombre a poner el pie en la Luna. 130.000 millones de euros de hoy, algo más de 25.000 millones de dólares de aquel momento.
Con 130.000 millones de euros, Kennedy y sus sucesores llenaron los institutos de Estados Unidos de telescopios, laboratorios de física, reforzaron los programas educativos de las asignaturas científicas y tecnológicas, propiciaron el desarrollo de las industrias aeronáutica y astronáutica y revolucionaron sectores tecnológicos en los que Estados Unidos se convirtió en líder indiscutible durante todas las décadas siguientes. Hay quien erróneamente piensa que viajar a la Luna fue un disparate. Disparate es darle cien mil millones a los bancos españoles. Viajar a la Luna, nos dio la telefonía celular, las comunicaciones vía satélite, la informática, la tecnología de los microprocesadores, los chips, los pañales desechables, el GPS y que el hombre del tiempo no tenga que esperar a que le llamen desde un barco en medio del Atlántico (¿alguien se acuerda del barco K?) para decirle dónde está el anticiclón de las Azores.
Con 130.000 millones de euros se pueden hacer muchas cosas buenas. Pero ninguna de ellas pasa por dársela a los bancos. Supongo que habrá honrosas excepciones, pero lo cierto es que el sistema financiero español, ha reducido la riqueza de nuestro país en más de un diez por ciento durante una crisis que nos descubrió el lado más salvaje de un capitalismo depredador que se sostiene en la inmoralidad de unos desaprensivos y en la excesiva benevolencia de un sistema que permite que situaciones como ésta se lleguen a producir a escala global. Falló la teoría de Adam Smith. La mano invisible que todo lo regula sin necesidad de leyes, fue tan invisible que no funcionó. La Unión Europea que limita la producción de leche de nuestros ganaderos y regula los cultivos en nuestros campos, fue extremadamente condescendiente con los especuladores, los delincuentes financieros, propició gastos faraónicos que subvencionó hasta con el 80 por ciento. Y ahora quiere que nos endeudemos más, cada uno de nosotros, para que los mismos que han llevado el barco a las piedras se vayan de crucero otra vez.

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