martes, 12 de noviembre de 2013

Rande triunfa frente a la especulación y la degradación de la costa con Meirande

Fachada norte en la que se aprecia la convivencia de la nueva construcción con los restos de la antigua Fábrica del Alemán. ©F.J.Gil 
El sábado 9 de noviembre fue inaugurado oficialmente el Centro de Interpretación del Patrimonio Cultural de Rande, una denominación un tanto ecléctica que trata de definir los dos campos en los que se ha centrado este equipamiento: la Batalla de Rande y la arqueología industrial alrededor de las industrias conserveras. Por suerte tiene un nombre mucho más atractivo: Meirande.
Javier Bas, alcalde de Redondela, un anfitrión satisfecho al que acompañan el presidente de la Autoridad Portuaria y otros cargos públicos. ©F.J.Gil

El acto contó con una numerosa concurrencia política: alcalde de Redondela y de otros alcaldes de la comarca; presidente de la diputación de Pontevedra, Presidente de la Autoridad portuaria de Vigo… pero sobre todo había una gran expectativa entre el vecindario de Rande que veía así culminada una larga reivindicación: recuperar un espacio de la franja costera que llevaba décadas degradándose y sobre la que amenazaban todo tipo de peligros especulativos.

Representación de la cubierta de artillería de un galeón. El juego de los espejos da una sensación de gran amplitud, cuando en realidad solo hay dos cañones. ©F.J.Gil

Meirande es un espacio multiusos que cuenta con una exposición permanente dedicada a difundir algunos detalles relacionados con la Batalla de Rande, que supuso la derrota de la Escuadra de la Plata frente a la alianza angloholandesa que entonces se encontraba en conflicto con España como consecuencia de la Guerra de Sucesión, cuyo final se conmemora este año 2013, tricentenario de la firma del tratado de Utrech. El contenedor del nuevo espacio museístico es una antigua factoría conocida como Fábrica del Alemán. El origen de este proyecto arranca de la iniciativa de la Asociación de Deportiva e Cultural de Rande, respaldada por el Concello de Redondela y en ella participaron otras administraciones públicas como la Autoridad Portuaria de Vigo, la Deputación Provincial y la Xunta de Galicia.
Respeto por el entorno y el pasado
La Fábrica del Alemán en verano de 2012, a los pocos días del inicio de las obras de Meirande.  ©F.J.Gil

Uno de los grandes aciertos del proyecto es el respeto que manifiesta por el entorno en el que se ha desarrollado. Obra del arquitecto vigués afincado en Redondela Carlos Falagán, el museo mantiene la estructura original que quedaba en pie de la Fábrica del Alemán e inserta las diferentes secciones del centro de interpretación en módulos, permitiendo la circulación entre ambos espacios y abriéndose al frente norte, el que da al mar. El contraste entre la sillería de fábrica de la antigua factoría, de granito del país y la cobertura metálica del museo permite la convivencia en armonía entre ambas obras.
Carlos Falagán diseñó el proyecto constructivo y dirigió las obras de Meirande. ©F.J.Gil
El museo está dividido en 5 módulos, insertados intramuros de la Fábrica del Alemán y se complementa con un módulo adosado a la cara Este donde se encuentran la cafetería y la sala de las máquinas a nivel del suelo y tres espacios multiusos en la planta primera.
De momento, la visita es gratuita y permanece abierto de martes a viernes de 9.30 a 14.30 y sábados y domingos de 10.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 19.30.
Acceso y estacionamiento de turismos y autobuses
El acceso en coche o autobús se hace hasta la explanada del antiguo cargadero de mineral de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, la entrada esta señalizada y comparte el mismo camino de acceso que la factoría de Vieirasa. Desde el estacionamiento, muy amplio por cierto, se puede acceder a Meirande a través de un paseo peatonal que fue trazado sobre un antiguo sendero de costa. Este paseo, al igual que el museo constituyen un ejemplo modélico de recuperación de un espacio que durante décadas había permanecido degradado y a merced de las jaurías especulativas. Debería servir de precedente para recuperar para el pueblo redondelano y el disfrute de los visitantes de la franja costera desde Rande hasta Redondela antes de que el pillaje y el vandalismo acaben con lo poco que queda de espacios como La Regasenda.

sábado, 2 de noviembre de 2013

El primer cocido de la temporada


Cerdo, ternera, pollo, verdura, grelos...El resto del material está en otra fuente. ©F.J.Gil
Noviembre nos ha recibido con un temporal de lluvia y viento que nos invita a quedar en casa. ¿Qué hacer en días como los que nos trae este puente? Cocinar y comer. Se me ocurrió que era buen momento para estrenar el primer cocido de la temporada y me puse manos a la obra. La compra es bien sencilla. Algo de cerdo: lacón, tocino de hebra, unos buenos chorizos y un chorizo cebollero. Medio pollo porque no encontré gallina, un trozo de carne de ternera (me habría gustado que fuera costilla mamiña o jarrete pero cuando llegué ya no quedaban. No era el único que pensó en hacer este plato en Redondela. Así que me tuve que conformar con un trozo de carne de la mano. Repollo, buenas patatas rojas y unos grelos que como ya compro enlatados, echo al final de la operación. En Ourense se ríen de mi cocido. Les parece un cocido de señorita porque no lleva morro, cachucha, rabo, costilla… y porque le echo pollo. “¿Qué fai unha pita nun cocido?”, me preguntaba con sorna una conocida cuando le decía mis ingredientes. Yo me río y le contesto lo que en estos casos diría mi madre: “es un cocido pobre”. En realidad, pobre en cerdo y en colesterol, que lo peor de todo es que vamos a escoger el día menos oportuno para comerlo: justo cuando el único paseo que vamos a hacer es ir de la silla del comedor al sofá del salón porque afuera llueve que da gusto.
El cocido completo incluye postre. En este caso, unas filloas es lo propio. ©F.J.Gil
Pero un cocido no es un plato, sino una comida completa. Con leche, harina, un par de cucharones del caldo y un huevo, se prepara la crema con la que se elaboran las filloas. Una buena sartén, bien caliente, y untada de tocino blanco acoge una lámina tan fina como sea posible de esa crema. Cuanto más fina, mejor. Una vez pasada por la sartén se espolvorea de azúcar que se convertirá en almíbar. Hay que hacerlas inmediatamente antes de sentarse a la mesa a comer, porque así estarán jugosas, almibaradas. A mí es como me gustan, pero hay quien prefiere menos azúcar en el momento de hacerlas y luego espolvorearlas cuando se comen, o acompañarlas de un poco de miel, o de nata o de mermelada…
Resulta difícil hacer un cocido para dos o tres personas, porque lleva tantos ingredientes que es difícil calibrar las cantidades. Que no nos preocupe. Lo que sobre se come al día siguiente o se recicla: empanadillas, croquetas, ropa vieja… Un cocido es la fiesta de un día y la comida de cuatro.
Se necesitan tres horas, por lo menos, para su elaboración. En una olla con agua fría a tres cuartos de su capacidad, se le echa la carne de ternera, el lacón, el tocino y el repollo de verdura, previamente lavado y cortado a la mitad y dejamos que rompa a hervir y luego bajamos el fuego a menos de la mitad de su fuerza. Si vamos a echar más cerdo (costilla, rabo, etcétera), lo ponemos en otra olla, con la mitad de la verdura y con los grelos si los utilizamos frescos.
Para el caso de utilizar grelos frescos, antes de incorporarlos a la olla del cocido hay que darles un primer hervor para que pierdan parte de su amargor.


Lacón, verdura, grelos, chorizos de distintas clases, tocino, patata, carne... Y todavía podría llevar muchas más cosas: más cerdo, grabanzos, un trozo de gallina o pollo... ©F.J.Gil

Cuando todo el material lleve dos horas o dos horas y cuarto a fuego medio, ponemos las patatas, medianas o grandes y enteras pero peladas, que repartiremos entre las dos ollas. En la que lleva la carne, pondremos el pollo y en la que lleva el mayor contingente del cerdo, los chorizos de carne y cebolleros. De esta manera, separando unos ingredientes de otros, de la primera olla podremos hacer un buen caldo o utilizarlo para una sopa, sin la excesiva carga del cerdo y los chorizos.
Cuarenta minutos más tarde, podemos retirar del fuego. No utilizo ni garbanzos ni habichuelas y recurro a los grelos ya cocidos, que se compran en lata. Los incorporo cinco minutos antes de retirar del fuego, a cualquiera de las dos ollas. Si optáis por cualquiera de las dos legumbres antes citadas, os aconsejo meterlas en la olla dentro de un saquito de tela, eso sí, tras haberlas dejado a remojo desde la víspera. El lacón y el resto de la carne de cerdo también debe quedar a remojo.
Para este primer cocido de la temporada elegí un tinto de la Ribeira Sacra, Cividade, que es de Amandi. Una delicia. No recuerdo el precio, creo que eran 6 euros. Si llegáis a conocer la bodega y el ímprobo esfuerzo que requiere la vendimia en una empinada garganta del Sil, aprovechada al milímetro en socalcos (me gusta más en gallego. En español sería terrazas), os darías cuenta de que es un vino que vale muchísimo más de lo que cuesta.