sábado, 10 de enero de 2015

El García Barbón de Vigo se merece mejor nombre que el siniestro "Centro Cultural Afundación"

En el número 13 de la calle de Policarpo Sanz se encuentra uno de los edificios con más historia de Vigo. Pero ¿Cómo se llama? En la actualidad recibe la anodina denominación de “Centro Cultural Afundación-Vigo”. Un nombre de mal gusto y que aleja de la realidad la historia del inmueble. Para la mayoría de los vigueses, se trata del “García Barbón” un nombre que heredó del teatro que albergó durante décadas y del filántropo verinense que adquirió en su día el teatro Rosalía de Castro sobre cuyas cenizas se construyó el edificio actual en el primer cuarto del siglo XX.

Fotografía de PPKO de la construcción del Teatro Garcia Barbón, seguramente en su etapa final a finales de 1920.
El cambio de nombre del inmueble despersonaliza un centro cultural que es patrimonio de Vigo y lo convierte en una mera franquicia de un banco privado que ha puesto el mismo nombre a todos los centros culturales que “heredó” de ese barco pirata de las finanzas que se llamaba Novacaixa Galicia y que llevaron a las piedras de la quiebra dos sinvergüenzas, cada cual peor, que en vez de estar en la cárcel disfrutan de opulentas jubilaciones.




El próximo mes de marzo se cumplirán 31 años de la inauguración del centro cultural. El edificio resultante fue el fruto de la rehabilitación llevada a cabo por el arquitecto Desiderio Pernas sobre un inmueble cuyo proyecto era de la autoría de Antonio Palacios Ramilo y que durante casi 55 años fue teatro, el García Barbón, el cine Rosalía Castro, sede del Casino de Vigo y disponía de espacios adicionales con diferentes usos entre los que se encontraban, al menos en el final de la década de 1970, una tienda de discos y una cafetería.
El Centro Cultural Caixavigo fue la culminación de un largo proceso que comenzó cuando ardió el Teatro Rosalía de Castro y las sobrinas de José García Barbón, Elena y Práxedes Salgueiro García Barbón, deciden construir sobre sus ruinas un nuevo edificio cuyo proyecto es encomendado a Antonio Palacios, quien también dirigirá las obras.
Las obras discurrieron con lentitud y el edificio no quedaría concluido con sus nuevos usos hasta el año de 1926, en que se inaugura el casino y el cine, situado en la fachada posterior, en la calle del Marqués de Valladares, y en 1927 lo hará el gran teatro.
García Barbón y Rosalía Castro son los nombres con los que se vinculó históricamente este edificio. En la década de 1970, la Caja de Ahorros Municipal de Vigo decide comprar el inmueble y años más tarde, en 1982 inicia una obra que va más allá de su simple rehabilitación y que se concluye con su inauguración el 22 marzo de 1984. Su estreno fue un gran acontecimiento social y puso de relieve la pujanza social y cultural de una ciudad, Vigo, que podía sentirse orgullosa de uno de los centros culturales más completos y mejor equipados de España. Pero se cometió un error: desvincular el centro cultural a su historia y la dirección de la caja de ahorros, entonces en manos de Julio Fernández Gayoso, decide denominarlo “Centro Cultural Caixavigo”. La redenominación no estuvo exenta de polémica. Quienes querían que conservase el nombre del filántropo promotor veían en el cambio de denominación una mera operación publicitaria de la caja de ahorros que buscaba así rentabilizar en términos de imagen su inversión que, en dinero de aquellos tiempos, superaba los mil millones de pesetas.

 

La Biblioteca es uno de los espacios singulares de este centro cultural. 


Cuando la Caja de Ahorros Municipal de Vigo dejó de serlo y se convirtió en la Caja de Ahorros de Ourense, Vigo y Pontevedra, el centro cultural pasó a llamarse Centro Cultural Caixanova. Años más tarde, la fusión Caixanova Caixa Galicia lo transformó en el Centro Cultural NovaCaixaGalicia. Luego vendrían NovaGalicia, Abanca y últimamente el nombre de Centro Cultural Afundación.
Pero lo cierto es que ese es un edificio de los vigueses. El primer inmueble fue adquirido por García Barbón para la ciudad y tras el incendio del teatro, en febrero de 1910 el nuevo teatro fue levantado a expensas de la herencia dejada por el filántropo a sus sobrinas. Por último, en la década de 1970, fue comprado por la caja de ahorros con el dinero de los vigueses, pues no debemos de olvidar que aquella era la Caja de Ahorros Municipal de Vigo y sus beneficios, que eran pingües, se reinvertían en una obra social porque sus propietarios eran los ciudadanos de Vigo.
Alguno de los partidos de la corporación debería llevar al pleno una moción en la que se reclamase un nombre con identidad viguesa para un edificio que es vigués y no de un banco que ha decidido convertirlo en la sucursal de una siniestra “afundación”. Para la mayoría de los vigueses que tenemos más de cuarenta años y recordamos el Teatro García Barbón ese fue y sigue siendo el García Barbón.



Vestíbulo desde el que se accede al teatro. Antes de la reforma, esta entrada se reservaba para ocasiones especiales
 

3 comentarios:

  1. Menos mal que me aclaras eso de Afundación, porque desde hace unos días veía carteles por Vigo y pensaba que era un nuevo local de copas con nombre de novela de Asimov, un a cosa siniestra muy propia de Vigo, una ciudad que no transforma ni crea, simplemente destruye. Por ejemplo, después de desaparecer la relojería Arosa, la Favorita y una larga lista de cafés antiguos, estos días desaparece la tienda de música de Manrique Villanueva (150 años). Los que siempre llamamos García Barbón al García Barbón, hicimos entrevistas en los bastidores a los que pasaban por allí e, incluso, actuamos en festivales juveniles musicales, tenemos motivos para denunciar la estupidez oficial de una ciudad que vive de espaldas a la cultura. Como decía un común amigo: "Deploramos pertenecer a este elenco". Salud.

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    1. Me acabas de dar un disgusto y un nuevo tema para escribir. ¿Así que cerró Manrique Villanueva? A estas alturas ya solo quedan, de los establecimeintos históricos "El revendible" y Arjeriz. ¿Por cuanto tiempo? A saber.

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  2. Seguirá siendo el García Barbón. Es trabajo de todos que no deje de serlo.

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